La breve y maravillosa vida literaria
de Junot Díaz
Junot Díaz, dominicano
residente desde niño en New Jersey, había presentado excelentes credenciales como
narrador, sustentadas en cuentos y relatos publicados en The New Yorker y otras revistas prestigiosas, y por la publicidad
alcanzada (pese a escribir en Inglés) con Bogotá
39, grupo de escritores jóvenes presentados en la Feria del Libro de esa
ciudad en el 2007, como las nuevas joyas literarias de este lado del charco. Como
le sucedió a muchos escritores, no solo a los muertos de envidia, sino a los
que dudamos de los revuelos promocionales a nivel grupal (nuestros llevados y
traídos novísimos incluidos), de repente estuve sediento, ansioso por leer “las
tendencias que marcarán el futuro de la narrativa latinoamericana”. Pero, ¿cuándo
tendríamos acceso a esas obras dispersas por todo el continente? A excepción de
los cuatros cubanos incluidos (polémica al margen), los demás eran
sospechosamente desconocidos. ¿Qué hacer? Solo quedaba esperar a la buena
voluntad de los amigos rastreadores de libros que se las ingenian para adquirir
novedades publicadas en el exterior. Sin
embargo, Casa… se adelanta, sorprende y la nubosidad comienza a
disiparse. Desconozco si los demás coequiperos estarán a su altura, pero Junot
Díaz sobrecumplió la expectativas al concebir una novela fácil de leer y
difícil de escribir, lo que se traduce en literatura de verdad. Su eficacia radica en la mezcla dosificada,
sabrosa, del comic, el folletín romanticón, el cine fantástico, la novela
histórica, el policiaco, el ensayo… Sus narradores cuentan como si estuvieran
conversando, de ahí que no molesten ni aburran las notas históricas al pie de
página, que saben más a chismes de viejas contados con simpatía que a erudición
académica. El tono irónico, el desenfado del lenguaje, creo, marcan la
diferencia. La historia de Oscar es triste sin que produzca tristeza. Es otro
Alonso Quijano, en la comunidad dominicana de New Jersey. No pretende igualar
las hazañas heroicas de los libros que lee y las películas que admira, más bien
reescribirlas. Al igual que su antecesor, necesita encontrar su musa, empresa
que lo consume y le lleva su corta vida, pues Oscar no es ningún playboy, pesa muchas libras de más,
tiene problemas de comunicación y distorsiona a su antojo la realidad cuando se
trata de amor. Llevaba Junot Díaz once años sin publicar libros desde la salida
al mercado de los cuentos reunidos en Drown (1996), lo que dice mucho de
la seriedad con que asume el oficio en tiempos donde reinan los escritores a sueldo,
productores seriados de sándwich literarios para consumo rápido. No es extrañar
que una de sus inspiraciones sea Juan Rulfo.
Junot
Díaz se incluye dentro de los escritores latinoamericanos residentes en los
Estados Unidos, que aún piensan en español y escriben en ingles. Que el Pulitzer,
el más importante premio literario del país, recayera en un latino, en una obra
con elementos bilingüitas, que tiene como tema la minoría dominicana residentes
en New York y parte de la historia del Caribe, resulta alentador, aunque para
Junot Díaz aún persiste cierto miedo al avance del castellano y apenas se
traducen a los autores que escriben en esa lengua: “El mercado está ahí, los lectores están ahí y todo el mundo se cruza de
brazos. EE UU es la zona cero de la lucha entre el inglés y el español y lo
saben. El miedo que tienen es inconsciente, pero muy real. A veces a la gente
se le pregunta en qué idioma sueña. Si a los americanos alguien les preguntara
en qué idioma tienen pesadillas no hace falta esperar a que contesten. Las
tienen en español.”
Obdulio
Fenelo
Sobre los derechos de la novela de Díaz:
ResponderEliminar“La publicación de las novelas de Junot Díaz (República Dominicana, 1968) y de Edmundo Paz Soldán (Bolivia, 1967), ambos escritores radicados en distintos momentos de sus biografías en Estados Unidos, responde también al interés de la Casa por difundir la creación latina en ese país a raíz de la fundación del Programa de Estudios sobre Latinos en los Estados Unidos”, según comentó Roberto Zurbano, director del Fondo Editorial.
Tanto Díaz como Paz Soldán, quien fuera jurado del Premio Literario hace algunos años, forman parte de la nómina de escritores latinoamericanos en Alfaguara, emporio cuyos títulos circulan en las grandes redes comerciales del mundo hispanoparlante. La Casa ha podido editarlos gracias a la gentileza de los propios autores, quienes donaron sus derechos.
http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=print&sid=5362
Minerva, la de la calle Honda