sábado, 31 de marzo de 2012

Sostiene Pereira que Antonio Tabucchi ha muerto

      Es una noticia triste. Porque a los sesentaiocho años se supone que a un escritor le queden muchas cosas por hacer todavía. Sobre todo si es un intelectual de la altura de Antonio Tabucchi: profesor, periodista, traductor, investigador, y sobre todo un narrador fascinante, perteneciente a esa tribu en extinción donde confluyen el placer por lectura y el misterio del talento. Leo en el Granma escuetos detalles del suceso: lunes 26 de marzo, muerte en Lisboa, “…víctima de una larga enfermedad”, y no entiendo por qué en vez de mostrar alguna foto del autor, optan por un fotograma de la versión cinematográfica de Sostiene Pereira, con Marcello Mastroianni en primer plano. Pero en fin, ha muerto un grande. Italia y Portugal, la primera patria de nacimiento, la segunda de adopción, deben lamentarlo por igual.

      Espero que la visita del Papa a Cuba no diluya demasiado la noticia. Un Papa pesa siempre más que un escritor, aunque aquí estemos hablando de una obra importante, marcada más por la intensidad que por la extensión. Cerca de diez libros entre relatos y novelas, además de los artículos periodísticos y las traducciones. Para 1994, Antonio Tabucchi era ya reconocido como máxima autoridad en términos de Fernando Pessoa. Como narrador había publicado varios relatos y un libro de viajes, que le valieron premios y reconocimientos. Nadie imaginaba que a sus cincuenta años se sacara un conejo del sombrero y se apareciera con Sostiene Pereira, novela que arrasaría con la crítica y el gran público lector. En español vio la luz un año después, por la Editorial Anagrama (responsable de la publicación de gran parte de su obra) y la respuesta de los lectores fue inmediata. ¿Qué tiene este libro que seduce y conmueve? Nunca sabremos con certeza. Tal vez porque nos cuenta, de manera singular, una historia de alguien tan simple como nosotros mismos, víctima de todos los miedos y fobias a las que podemos acceder en el mundo contemporáneo. Pereira es un viudo solitario e hipocondriaco, periodista cultural del diario vespertino Lisboa. Estamos en medio de la dictadura de Salazar y la guerra civil española, y Pereira, que a estas alturas piensa demasiado en la muerte y en el alma, de repente se cruza con personajes que lo hacen recuperar el sentido de la vida, y se deja arrastrar, casi como un antihéroe sin voluntad propia, a la conspiración y la disidencia.

      La historia está basada en hechos reales. Tabucchi lo revela en la décima edición italiana, y luego en forma de epílogo en la española.  A sus infinitas rediciones y excelentes críticas se sumó un acontecimiento que sorprendió a muchos: Mario Vargas Llosa incluyó el libro en la última versión de La verdad de las mentiras (2002), ensayos sobre novelas fundamentales de siglo veinte, al lado de todos los monstruos que conocemos. Vargas Llosa, que redondeaba su ciclo con Herzog (1964), de Saul Bellow, cede ante el embrujo y la habilidad narrativa de Tabucchi y da el salto hasta el año 1994 (única novela incluida después de los 60) y le confiere el privilegio de cerrar su texto: “Antes de Sostiene Pereira, Antonio Tabucchi había escrito excelentes cuentos y relatos, pero en aquella novela de tan pocas páginas su obra alcanza unas alturas que pocas ficciones escritas en nuestros día han rozado”. En Cuba tuvimos la suerte de leerlo gracias a que el autor cediera los derechos. Para mí fue una lectura inolvidable, a tal punto que ahora conservo dos ediciones del libro a las que vuelvo cuando estoy medio extraviado con el tono y la palabra. Sostiene Pereira que Antonio Tabucchi ha muerto.  Habrá que sospechar…

Obdulio Fenelo

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