viernes, 4 de mayo de 2012

Junot Díaz

La breve y maravillosa vida literaria de Junot Díaz
    “Esa es la historia de de un gordo que no se empata”, le dice sonriente la librera a la escritora Oneyda González cuando se dispone a comprar el libro que le he comentado con no poco entusiasmo: La breve y maravillosa vida de Oscar Wao, y me sorprende la capacidad de los lectores “sanos” para resumir historias en las que dejamos horas de insomnio, kilogramos de neuronas y hasta pequeñas gotas sanguíneas. Pero estos lectores, genuinos clientes de la literatura ficcional, siempre tienen la razón, y efectivamente esta es, entre muchas otras cosas, la historia de un gordo que no se empata, por más que el autor lleve la narración con saltos en el tiempo, hacía el pasado y el presente, para contarnos de la ascendencia matriarcal del protagonista: vidas entrecruzadas de hermana, madre y abuela, y de pasó volver sobre el trujillato (con el permiso de Varguitas), sus testaferros, sus horrores y víctimas. ¿Cuánto hace de la publicación del último premio Pulitzer en Cuba? No lo sé, tal vez desde los sesenta, cuando teníamos la ventaja de fusilar buena literatura sin dar cuantas a nadie, ni a autores ni a editoriales. ¿Cómo lograron negociar los derechos? Supongo que entre Casa de las Américas y Achy Obejas (su traductora del inglés) esté el juego. Por cierto, en algún momento habrá que ir pensando en inventarse un reconocimiento con el fin de agradecer a esta autora cubano-americana el aporte brindado a nuestra narrativa, sobre todo después de la crisis de los noventa. Lo cierto es que tuvimos (y, creo, aún tenemos) en librerías, vaya novedad, uno de los últimos premio Pulitzer de ficción, otorgado en el 2008: La breve y maravillosa vida de Oscar Wao (Casa de las Américas, 2009). 
      Junot Díaz, dominicano residente desde niño en New Jersey, había presentado excelentes credenciales como narrador, sustentadas en cuentos y relatos publicados en The New Yorker y otras revistas prestigiosas, y por la publicidad alcanzada (pese a escribir en Inglés) con Bogotá 39, grupo de escritores jóvenes presentados en la Feria del Libro de esa ciudad en el 2007, como las nuevas joyas literarias de este lado del charco. Como le sucedió a muchos escritores, no solo a los muertos de envidia, sino a los que dudamos de los revuelos promocionales a nivel grupal (nuestros llevados y traídos novísimos incluidos), de repente estuve sediento, ansioso por leer “las tendencias que marcarán el futuro de la narrativa latinoamericana”. Pero, ¿cuándo tendríamos acceso a esas obras dispersas por todo el continente? A excepción de los cuatros cubanos incluidos (polémica al margen), los demás eran sospechosamente desconocidos. ¿Qué hacer? Solo quedaba esperar a la buena voluntad de los amigos rastreadores de libros que se las ingenian para adquirir novedades publicadas en el exterior.  Sin embargo, Casa… se adelanta, sorprende y la nubosidad comienza a disiparse. Desconozco si los demás coequiperos estarán a su altura, pero Junot Díaz sobrecumplió la expectativas al concebir una novela fácil de leer y difícil de escribir, lo que se traduce en literatura de verdad.  Su eficacia radica en la mezcla dosificada, sabrosa, del comic, el folletín romanticón, el cine fantástico, la novela histórica, el policiaco, el ensayo… Sus narradores cuentan como si estuvieran conversando, de ahí que no molesten ni aburran las notas históricas al pie de página, que saben más a chismes de viejas contados con simpatía que a erudición académica. El tono irónico, el desenfado del lenguaje, creo, marcan la diferencia. La historia de Oscar es triste sin que produzca tristeza. Es otro Alonso Quijano, en la comunidad dominicana de New Jersey. No pretende igualar las hazañas heroicas de los libros que lee y las películas que admira, más bien reescribirlas. Al igual que su antecesor, necesita encontrar su musa, empresa que lo consume y le lleva su corta vida, pues Oscar no es ningún playboy, pesa muchas libras de más, tiene problemas de comunicación y distorsiona a su antojo la realidad cuando se trata de amor. Llevaba Junot Díaz once años sin publicar libros desde la salida al mercado de los cuentos reunidos en Drown (1996), lo que dice mucho de la seriedad con que asume el oficio en tiempos donde reinan los escritores a sueldo, productores seriados de sándwich literarios para consumo rápido. No es extrañar que una de sus inspiraciones sea Juan Rulfo.
Junot Díaz se incluye dentro de los escritores latinoamericanos residentes en los Estados Unidos, que aún piensan en español y escriben en ingles. Que el Pulitzer, el más importante premio literario del país, recayera en un latino, en una obra con elementos bilingüitas, que tiene como tema la minoría dominicana residentes en New York y parte de la historia del Caribe, resulta alentador, aunque para Junot Díaz aún persiste cierto miedo al avance del castellano y apenas se traducen a los autores que escriben en esa lengua: “El mercado está ahí, los lectores están ahí y todo el mundo se cruza de brazos. EE UU es la zona cero de la lucha entre el inglés y el español y lo saben. El miedo que tienen es inconsciente, pero muy real. A veces a la gente se le pregunta en qué idioma sueña. Si a los americanos alguien les preguntara en qué idioma tienen pesadillas no hace falta esperar a que contesten. Las tienen en español.”
Obdulio Fenelo

1 comentario:

  1. Sobre los derechos de la novela de Díaz:
    “La publicación de las novelas de Junot Díaz (República Dominicana, 1968) y de Edmundo Paz Soldán (Bolivia, 1967), ambos escritores radicados en distintos momentos de sus biografías en Estados Unidos, responde también al interés de la Casa por difundir la creación latina en ese país a raíz de la fundación del Programa de Estudios sobre Latinos en los Estados Unidos”, según comentó Roberto Zurbano, director del Fondo Editorial.

    Tanto Díaz como Paz Soldán, quien fuera jurado del Premio Literario hace algunos años, forman parte de la nómina de escritores latinoamericanos en Alfaguara, emporio cuyos títulos circulan en las grandes redes comerciales del mundo hispanoparlante. La Casa ha podido editarlos gracias a la gentileza de los propios autores, quienes donaron sus derechos.
    http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=print&sid=5362
    Minerva, la de la calle Honda

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